lunes, 9 de diciembre de 2013

!Y se hizo la luz en una botella! en el siglo XXI

Fuente: Biodisol

Por: Ma. Beatriz Padilla

Hace algunos meses leí en una medio, reconocido a nivel mundial, que el famoso actor y productor Leonardo DiCaprio recaudó 25 millones de dólares, en una subasta de arte contemporáneo,  en pro del medio ambiente. En los últimos 12 años el cuidado de la naturaleza se ha convertido en algo fundamental para las sociedades del mundo. Es sorprendente que cada vez más países  se suman a lucha de tener más espacios verdes, así cómo Finlandia es el país con más áreas verdades en el mundo.

Sin embargo, en pleno siglo XXI, el estilo de vida que llevamos ha conseguido que el planeta viva en constante riego. El calentamiento global, es una realidad de la cual ninguna país esta a salvo. y es por ello que es necesario crear una verdadera consciencia ecologísta. Así es como nace una nueva iniciativa, en la que se pretende crear luz la combustión de combustible: La luz ecológica. Este llamativo proyecto nació en una ONG Bracileña. La idea consiste en llenar varias botellas pastillas  de  de agua purificada y lejía. Esta mezcla debe te


ner pequeños orificios en la parte superior para que durante el día pueda absorber la luz. Cuando se vaya a utilizar esta lampará se deben cerrar todos los orificios para conseguir un resultado efectivo de luz natural.

El efecto es realmente sorprendente e innovador, además que es una buena manera de cuidar al medio ambiente. De esta forma, la campaña Un litro de luz ha llegado a 16 cuidases del mundo. Con un solo objetivo: dar luz ecológica a los hogares  de escasos recursos sin electricidad. Esta gran iniciativa no solo cumple con dar luz, sino también en la consolidación del reciclaje de botellas plásticas.

Alternativas  existen. Un planeta que necesita de estas incitativas esta esperando por ti. 



domingo, 8 de diciembre de 2013

Crónica

Balones por tacones

Por: Ma. Beatriz Padilla


Lleva puesto un par de tacones de 12 centímetros. Un vestido gris cubre su corpulenta figura. Un antifaz de maquillaje rodea sus ojos y un par de medias moradas ocultan sus velludas piernas. Esta sentada en la barra del Buda-Bar, ubicado al norte de Quito en el corazón de la Mariscal, con sus manos rodea sus pechos, se baja un poco el corset de su vestido para que todos puedan apreciar los 95 cm de sus senos. Luego se arregla con cuidado escondiendo su pene. Lo mira con desprecio en su rostro se dibuja una mueca y repite a regañadientes “¡maldito! ¡maldito!”.  

El rechazó a aquel pedazo de carne comenzó la noche del 15 de marzo de 1999. La noche que marcó su vida. Ramón Rodríguez tenía 17 años cuando sus padres lo descubrieron  en la habitación teniendo relaciones sexuales con Luis Chacón, un joven de 19 años con quien mantuvo una relación de cinco meses. Recuerda el rostro de sus padres  como una puñalada que cala aún muy adentro. “Los decepcione” –dice - “pero no me arrepiento”. Francisco Rodríguez y Elena Vaca, sus padres, llenos de furia entraron a la habitación, los separaron, les lanzaron todo lo que encontraron en el camino, los insultaron y los echaron a patadas. Estaban desnudos, apenas habían alcanzado a coger un par de camisetas.  Avergonzados, por el escándalo que se había formado en la calle por los gritos, subieron al auto de Luis, lo encendieron y fueron sin rumbo, sin pronunciar ni una  palabra.

Ramón estaba en shock, le atormentaba la idea de que su secreto, aquel que había guardado sigilosamente desde niño había salido a luz. Ramón sabía que algo diferente había en él desde pequeño, recuerda que uno de sus compañeros de clase le atraía, pero nunca se atrevió a hablarle. Su vida en el Colegio Mejía  era para él la prueba más grande de superar, día a día debía ocultar sus verdaderos sentimientos. Dice con un tono nostálgico, mientras toma un vaso de vodka  dice que “fue una de las etapas más crudas de mi vida”. Sin embargo, el único rasgo de masculinidad que tuvo fue  cuando llegó a ser el goleador del intercolegial  de 1995. 
Ramón salió del shock en él que se encontraba, fueron a la casa de Luis para pasar la noche juntos. Pasaron seis días y Luis le pidió que busque un lugar en donde pueda vivir, Ramón comenta que “prácticamente me botó y todo fue su culpa, maldito ¡hijo de puta!”, porque según Luis el departamento era muy pequeño. Luis le dio algo de dinero, discutieron, Ramón salió de ahí enfurecido. Camino por una hora y media bajo la lluvia y entró a un bar GLBTI (un bar de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Transgenero e Intersexuales).
Esa fue la noche en que su vida empezó a cobrar sentido. La noche del 21 de marzo de 1999, la noche en que volvió a nacer. Entro cabizbajo,  se sentó en una mesa de madera un tanto descolorida y se pidió un vaso vodka. Pasaron un par de minutos cuando un homosexual de un 1.78 cm, de 35 años, corpulento, de dientes escandalosamente blancos y  cabellera negra se le acercó, sensualmente, y le preguntó:
-        ¿Por qué tan solo guapo?
-        Puedes sentarte conmigo si quieres, ¿te invito un vodka?
-        No, gracias ricura, se toca la barbilla, ¿Cuántos años tienes?
-        17 – contestó- ¿tú?
-        Eso que importa, me gustas, ¿trabajas aquí?
-        No, mi vida pero necesito un trabajo
-        Yo puedo pagar por tus servicios.
Esta charla se quedo grabada en la memoria de Ramón para siempre. Era la primera vez que alguien que no conocía le proponía tener sexo. Ramón entro pánico y lo rechazó. Joel Camacho se dio cuenta de su descaro y le pidió disculpas, charlaron por unos y había llegado el momento de preguntarle a Ramón si era pasivo o activo (pasivo es quien desempeña el papel de mujer en las relaciones homosexuales). Ramón contestó que era pasivo. Joel también lo era. Él le dijo que entonces debería tener un nombre más  acorde a sus tendencias. Lo bautizó como ‘Lulú’. Y él se presentó con el suyo ‘Tafy’.
 ‘Tafy’ llevó a ‘Lulú’ a su departamento. En la entrada encontraron la última edición de la revista Gay Times en la cual se hablaba sobre los cambios en el cuerpo físico para llegar a ser una mujer. Sus mentes volaron, imaginaron cómo se vería, sin duda empezaron a soñar en ser las mejores.

***
 ‘Lulu’ frente a un espejo, toma la base color canela y la esparce por su rostro, maquilla sus ojos un sobra azul oscura y  pone  labial rojo rubí sobre sus carnudos labios. Termina de arreglase y fuma un tabaco mentolado, sus favoritos. Camina arreglando su cabello, hasta llegar al escenario donde su metro setenta se pierde en el  espeso humo  que la espera.
Trabaja desde hace 11 años haciendo estriptís en el Buda- Bar y en el bar clandestino de su mejor amiga. Además se prostituye en el baño del bar de ‘Taffy’. De esta forma ‘Lulú’ logró cumplir una parte de su sueño, ponerse un par de senos gigantes. Ese sueño  le costó seis años de trabajo, 45 tires y 24 chupadas  a otros hombres, es decir,  3.500 dólares.
Viajó el 8 de abril del 2005 a Colombia junto a su amiga ‘Taffy’ , quien nunca se atrevió a entrar a un quirófano porque como ella dice “soy una loba vieja”, a los tres días se salió el hospital con un par de senos nuevos. Después de 12 días de haber recibido los cuidados amorosos de ‘Taffy’, regresaron al Ecuador. La vida de ‘Lulú’ cambió notablemente. Como dicen sus amigos más cercanos como Andrés Lisboa de 28 años, uno de sus compañeros de cama más candentes, “‘Lulú’ al principio era tímida pero  después de la cirugía se volvió toda una tigresa”. Además empezó a tomar hormonas femeninas (levora, potía y drospirenoma de 300 gramos), para que su cuerpo sea más femenino, como ella dice: “son mi coctel de feminidad”.
Ocho meses después, salió a comprar sostenes al Centro Comercial Ipiales con Ana Hidalgo, una lesbiana  de 20 años. Cuando estaban terminando sus compras un grupo de hombres, vestidos de negro, las arrinconó  en una pared entre las calles Imbabura y Chile. ‘Lulú’  y Ana recuerdan todo en cámara lenta. Sin embargo, esa tarde a  ‘Lulú’  le dejó una marca imborrable. Recuerda el sonido de su cabeza chocar contra la pared, de piedra solida, como estrellar una nuez contra el piso. Una cicatriz de 18 puntos al lado izquierdo de cabeza. “Me gritaron: media mujer medio hombre asqueroso”. En el Ecuador los ataques Homofóbicos llegan  12.3% anual.

Tres semanas escuchando voces que le gritaban “asqueroso”, teniendo pesadillas escalofriantes y sudando helado. ‘Lulú’ comprendió que el despreció de sus agresores era justo. “No soy ni  un hombre, ni una mujer, soy los dos. Yo misma me doy asco, mi pene este ¡puto! pene tiene la culpa”.
Desde el incidente ‘Lulú’ dejó de trabajar. El 12 de enero del 2006 ‘Lulú’ tuvo una crisis nerviosa  que la llevó al Hospital Eugenio Espejo. Quedó estéril. Intentó aniquilar su pene, lo golpeó con todo lo que encontró, no dejó de lastimarse hasta ver que este sangraba sin parar. No le importaba el dolor porque su rabia era cada vez más fuerte. Pasaron dos meses y  se dio cuenta que todo lo que le había pasado era solo un pretexto para luchar por operarse y quitarse ese pene que tanto le agobiaba.
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La puerta de madera café del baño mixto  del bar de ‘Taffy’ se cierra a las 17:h55 cada jueves, viernes y sábado por lapsos de 35 minutos dependiendo de las parejas que tenga ‘Lulú’ cada noche.